Escena del testamento del Sainete de la Tía Norica

En 1978, el Estado adquirió el conjunto de Títeres de la Tía Norica y lo depositó en el Museo de Cádiz para su restauración y puesta al público. Una sala expresamente dedicada muestra diversos escenarios en los que los títeres interpretan alguna de las escenas. El primero es baile de una joven pareja, lujosamente ataviados en un jardín, que tal vez puede identificarse con el Parque Genovés. Este baile tenía lugar en los intermedios de las representaciones. El Sainete de la Tía Norica, que da nombre al teatro de marionetas, narra la cogida de la Tía Norica por un toro en una venta gaditana y su testamento. De esta obra se conserva un libreto manuscrito, copia del sainete en verso adaptado en 1928 por Manuel Martínez Couto sobre un original del siglo XVIII.

Tras la cogida, se representa la del Testamento. Tiene lugar en Cádiz, en el interior de la casa de la Tía Norica, desde la que puede observarse, a través de un ventanal abierto, la Catedral del Cádiz. Intervienen en escena, además de Batillo y el tío Isacio, la Tía Norica, que aparece en la cama vestida con camisón blanco largo y media manga ribeteada de encajes y cubre su cabeza con un gorro de dormir fruncido, con encajes. El médico, don Reticurcio Clarines, viste a la europea y muestra en la cadena de su reloj el número trece, que unido a sus expresiones latinas y a sus disparatadas recetas, lo convierte en portador de la mala suerte que traerá consigo la muerte de la anciana.

Por fin, el escribano, don Policarpo Troncha Vigas, es el último personaje que interviene. Aparece sentado, con un traje vulgar, tomando al dictado el testamento de la abuela, sin poder ocultar su asombro, ante la relación de propiedades que inventa.